lunes, 8 de marzo de 2010

Las mujeres y el poder

Hoy escuché en televisión, entre otras opiniones sobre el día de la mujer, las conquistas obtenidas y demás, a una señora que dijo que le gustaría que la mujer tuviera más poder. Y me quedé pensando en todo lo que puede abarcar la palabra "poder", y en cómo la usamos en un solo sentido. Hoy hablamos de poder casi exclusivamente para referirnos a la política o la economía. La presidente tiene poder; una diputada, una senadora, tienen poder; una empresaria o profesional exitosa tiene poder; una jueza tiene poder, una funcionaria tiene poder, la mujer, o la amante, de un "poderoso" tienen poder... y las demás, que somos la mayoría, nos quedamos afuera de la repartija y a llorar al campito.
Qué estupidez. A mí, que no me jodan. Yo soy más poderosa que todas ellas.
1) Yo tengo el poder de mantenerme firme en mi vocación y de hacer lo que siento, y como lo siento.
2) Yo tengo el poder de levantarle el ánimo a mis amigos con una broma o una palabra dulce.
3) Yo tengo el poder de la satisfacción del deber cumplido cuando hago algo bien, más allá del dinero que gane haciéndolo.
4) Yo tengo el poder de tener la conciencia limpia y en paz.
5) Yo tengo el poder de haber elegido el camino correcto a la hora de educar a una hija que no convivió con su papá. Pude haberle envenenado la cabeza y el alma, como hacen muchas mujeres, pero fui poderosa y elegí darle lo mejor de mí y enseñarle a sacar, y a dar, lo mejor de ella.
6) Yo tengo el poder de prescindir de lo que no me hace falta y de haber aprendido a vivir con lo indispensable.
7) Yo tengo el poder de hacer cosas que me gratifican aunque no me reporten dinero ni fama.
8) Yo tengo el poder de emocionarme y conmoverme sin sentirme débil.
9) Yo tengo el poder de vivir sin miedo al que dirán.
10) Yo tengo el poder de la imaginación, del amor, de la plenitud.
Y lo mejor de todo es que mi poder no depende de nadie más que de mí. A una presidente la pueden derrocar, a una jueza la pueden destituir, una empresaria se puede fundir, a una funcionaria le pueden pedir la renuncia, y la mujer del poderoso puede tener unos cuernos de exposición. Pero a mí, a la Gra Fernández, el poder de ser quien soy y cómo soy no me lo puede quitar nadie.

jueves, 4 de marzo de 2010

Una anécdota del "Manual de instrucciones para Recién Separadas"!

(de mi fanpage del Manual de instrucciones para Recién Separadas en Facebook)

Cuando estaba de novia con mi ex, hace más de treinta años, un día le prometí que le dedicaría mi primer libro. Por ese entonces, lo único que yo escribía era poesía y lejos estaba de sospechar que mi primer libro sería, oh carcajada del destino... ¡el Manual de instrucciones para Recién Separadas!, para el que el susodicho me había dado un montón de letra.
Pero como soy mujer de palabra, decidí cumplir mi promesa y dedicárselo igual. Y esto es lo que se puede leer en la primera página de la primera edición:

Dedico el "primogénito" a Carlos, mi ex, porque si estuviéramos juntos yo jamás habría escrito este libro. Ni este ni ninguno, en realidad, porque la convivencia requiere mucho tiempo y muchas energías, dos cosas que aún no aprendí a administrar. O tengo un marido, o escribo. Y él, que todo lo sabe, vislumbró en mí a la artista, escuchó ecos lejanos que llevaban mi nombre camino a la gloria, presintió la riqueza y la fama llamando a mi puerta, y hasta soñó una vez que aplaudía, sentado en primera fila, mientras yo recibía el premio Pulitzer. Todo eso lo indujo a apartarse de mí; temía no estar a la altura de los acontecimientos futuros. Por si esto fuera poco, se le apareció un ángel que le dijo: "Deja a esa mujer cumplir con su destino, renuncia noblemente a estar con ella y búscate otra que no escriba pero limpie, sea más ambiciosa, le guste el jolgorio, no se meta en tus cosas, no revise tus bolsillos y no sea asmática. Y tenga la cola parada." Él, ateo confeso, cayendo de rodillas se convirtió ahí nomás, rasgó sus vestiduras, rezó en cinco idiomas y le hizo caso al ángel. Y acá estamos, cada uno por su lado.
Les cuento que quedé como una reina: mi ex andaba con el libro en el bolsillo mostrándoselo a todo el mundo. Y por si fuera poco, darme cuenta de que yo era lo bastante inteligente como para reírme de mí misma y haber escrito ese libro, y esa dedicatoria, me levantó muchísimo la autoestima.
Esto es para que vean, queridas RS, que el humor es salud y que nos podemos reír hasta de aquellas cosas que en su momento nos hicieron llorar a mares.